Etiquetas
El último del proyecto. Soneto número 100.
Sucede si viajás o si yo viajo:
extraño oír tu canto de sirena;
te extraño en cada mañana serena;
extraño de tu cuerpo cada gajo.
Para que el tiempo pase no hay atajo.
Te extraño a la hora de la cena
cuando como pena con pena y pena
porque uno de los dos se fue al carajo.
Extraña tu campana mi badajo
triste porque hace mucho que no suena;
extraño tu bujero de allá abajo.
Extraño tu sonrisa, tu melena,
tu olor a romero, tu aliento a ajo,
tu boca, tu nariz, tu risa buena.
Tiene algunos pasajes álgidos, pero bueno, era el último que me quedaba.
Si Hernández puede desayunar pena con pena y pena, yo puedo perfectamente cenar con la misma receta.
El último ejemplo de “rimas continuadas”. Y listo. Se acabó.